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Las reseñas son fundamentales en la gestión de marketing digital


Las reseñas de productos, servicios y marcas en internet son la oportunidad de comenzar una conversación, no meramente comentarios positivos y negativos.

9 de cada 10 consumidores lee entre 1 y 6 reseñas antes de seguir adelante con una compra, según informa NoFakes, la aplicación de verificación de reseñas.

Se calcula que por año se visualizan 4 billones de reviews, un dato que refleja los hábitos de compra en la web y en tiendas físicas. La valoración positiva de otras personas es más importante que una gran promoción o un elaborado plan publicitario.

Por lo tanto, tener acceso a las opiniones de compradores es un beneficio para la marca: brinda información de primera mano y expresa transparencia y buena disposición.

Al ser un recurso tan valioso, y como todo en internet, es importante poder identificar su veracidad, ya que se estima que entre 16% y 40% de las reseñas no son auténticas.

Identificar reseñas falsas

Hay una gran cantidad de usuarios que se dedican escribir reseñas falsas por dinero, por malicia, por fanatismo o por diversión. En los últimos años comenzaron a proliferar páginas que ponen en riesgo la reputación online de las marcas dando pie a un “mercado ilegal” bastante profesionalizado de reseñas falsas. El objetivo es subir el promedio de las valoraciones de las marcas y productos o dañar a la competencia.

Con humor, con violencia, justas e insólitas, las reseñas reales pueden encontrarse en multiplicidad de formas, tonos y longitud. Un reciente estudio de la Nanyang Technological University sugiere que, en general, las personas pueden clasificar las reseñas como auténticas o falsas según matices linguisticos.

En el experimento, realizado a 380 participantes, se determinó que la especificidad de las valoraciones está asociado a la verdad, mientras que la grandilocuencia se asocia a la falsedad.

Otro estudio, de la Universidad de York, reveló que quienes escriben reseñas falsas sienten “remordimiento” e intentan mantener una distancia psicológica con quien lee, evitando la utilización de la primera persona.